Archivo rescatado del antiguo blog de JS Abanilla
Hoy día 6 de Diciembre los españoles celebramos 28 años desde que el pueblo español mediante Referéndum votó afirmativamente la Constitución Española. Como homenaje a la misma, hoy cabría hablar sobre los partidos políticos, qué son, para qué sirven, en qué consiste su actividad y cual es su función en la sociedad. Ya el artículo número 6 nos dice que "expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política. Su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la ley. Su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos". Posteriormente el artículo 23 nos dice que "los ciudadanos tiene el derecho a participar en los asuntos públicos, directamente o por medio de representantes, libremente elegidos en elecciones periódicas por sufragio universal".
Formalmente un partido político es como una asociación, y como tal necesita de personas que se apunten y militen. Un partido es un lugar de encuentro y reunión de personas que piensan de determinada manera, un lugar donde recogerse las inquietudes de esa gente. Eso se hace en las sedes, y ahí es donde se demuestra que un partido está vivo, cuando sus miembros se reúnen y debaten entre todos las cuestiones que proponen unos y otros. Pero aunque en algún que otro partido todo esto es gratis y de hecho hay gente que por pasar un día a preguntar algo le toman los datos y lo afilian y luego, como no paga, ni sabe que lleva años militando, lo lógico es que en un partido normal, como todo en la vida, cueste dinero. Y esto es así porque hay unos gastos como los de mantenimiento del local, alquileres, así como gastos para actividades propias de campañas informativas o las propias elecciones. Y aunque esto sea lo de menos, a veces hay gente que desgraciadamente para ellos esto resulta lo más importante: Hay quien por no tener trabajo no puede colaborar como militante y dedicar un poco a pagar una cuota al partido, así que ayuda como simpatizante o se queda en apoyar solamente con su voto. Por otra parte también hay gente muy de un partido que sí que tiene ese dinero y que por falta de tiempo, y quizás capacidad, no puede participar como quisiera, pero con esa cuota suya apoya a los que sí que están ahí dedicando su tiempo a trabajar por sus ideales.
¿Pero qué beneficios tiene estar apuntado en un partido?. En una democracia como la nuestra, donde afortunadamente ya no se mete a la cárcel a la gente por militar en un partido ni pensar de forma diferente al que manda, un partido sirve para solucionar los problemas de la vida cotidiana de los ciudadanos, pero un partido no es un sindicato, es decir no hay asesores ni abogados que defiendan los problemas laborales. Un partido sirve para debatir sobre la actualidad, para entre todos buscar y proponer soluciones, para que los concejales luego lleven mociones al Ayuntamiento y si son aprobadas, se arreglen esos problemas. Cuando se está en el gobierno eso es relativamente fácil, pues se cuenta con la mayoría de los votos, pero estando en la oposición es más complejo, pues mandan las matemáticas y la disciplina de voto, y también depende de que el partido que manda lo vea bien o lo vote en contra y luego lo presente él como si fuera suyo. Además, la salud democrática de los pueblos se resiente si desde el gobierno del Ayuntamiento se ejerce presión sobre los ciudadanos con el fin de mantener su pensamiento único y boicotear económica y laboralmente a quien apoye otra causa o les critique en lo más mínimo a ellos o a sus benefactores. Pero esos miedos ficticios e infundados, salvo que el que los recibe no sea muy capaz, a la larga sólo sirven para que el coartado vea realmente quien es el que le instiga y le achanta, y cuando hay que votar, se acuerda y vote otra cosa.
En el caso de los partidos políticos, el apuntarse a este o a otro no es ya una cuestión lúdica de estar con unos determinados amigos como lo pudiera ser una asociación festera, sino el compartir una forma de pensar y actuar, una forma de ser distinta al del partido adversario. Lo lógico es que perteneciendo a un determinado partido, huelga decir que cuando llegan las elecciones, en coherencia con tu militancia, luego votes a ese partido, y no sólo eso, sino que también intentes que las personas cercanas a uno lo hagan también, y esto se hace mediante charlas y comentarios al respecto. No obstante aunque por ilógico no es muy normal, a nadie se le impide estar apuntado en un partido y luego no votarle. Pero el realizar estas charlas con la gente luego puede generar problemas a la hora de hablar con amigos sobre cuestiones de ámbito político, pues si milita de forma más o menos activa y está enterado de la actualidad, ya tiene una imagen preconcebida de las cosas, y depende de lo cerril que sea el contrario el que se pueda hablar tranquilamente o termine uno lesionado.
¿Pero un partido pertenece sólo a sus militantes o también a todos aquellos ciudadanos que le votan?. Dado que no estamos hablando de una pequeña empresa privada, sino de un partido que se presenta a elecciones públicas y pide el voto a la ciudadanía, hay que entender que aparte de a los propios militantes que son los que realmente están ahí dando la cara y haciendo algo por cambiar las cosas, también aunque sólo sea en un pequeño porcentaje, se puede entender que ese partido también pertenece a aquellos que le han confiado su voto. Y es que se puede ser de una determinada forma de pensar, uno puede ser internamente muy del PSOE o muy del PP o muy de IU, y sin embargo no estar militando en ningún partido. Pero luego... ¿de qué le sirve eso a la sociedad?. De nada. Uno se limita a seguir su vida así sin hacer nada, y yendo a votar cuando toca y ya está. Porque en los momentos que un partido necesita a esa gente (que sin militar ni figurar en ninguna lista igual se cree mejor que los que sí militan), para las actividades de las campañas electorales, no se puede contar con ellos para al menos echar una mano como apoderado o interventor, porque no se les conocen sus pensamientos ni sus afinidades si no las manifiesta.
Además hay gente que siendo muy de un determinado partido, pero también sin estar apuntados, critican que se haga poco o no se haga nada. Pero se equivocan. Son los concejales los que responden ante el pueblo, que para eso les pidieron el voto, no el partido. Aunque parezca lo mismo, el partido no está para servir al pueblo y sus dirigentes, como tales, sólo responden de su gestión ante sus militantes, y todas sus manifestaciones públicas son opiniones y ejercicio de la libertad de expresión como grupo político. El partido lo forman personas normales, con sus trabajos, con sus ocupaciones, con sus problemas y asuntos familiares, y cuyos dirigentes temporales, voluntariamente, y con mucho esfuerzo, pueden dedicar unas horas a la semana a llevar el partido para adelante. Por tanto el partido no es algo abstracto y poderoso como se pueda creer, sino un determinado número de personas que desde luego, no está para recibir críticas de gente que ni siquiera pertenece al mismo. Y sólo en el caso de que sí pertenezcan, hay una cosa que se llama Asambleas para allí (y no a la espalda o en el bar) decir lo que se piensa y entre todos, tomar decisiones democráticamente.
Por último quedan aquellos que sí que están militando en un partido, es decir, que figuran como tales en los censos oficiales y como tales cotizan al partido, sin embargo no van para nada a la sede, no sólo ya en los días que esta se abre los fines de semana, sino tampoco van a las asambleas. ¿Y esto por qué? Puede ser por cuestiones laborales, pero también por problemas familiares. Sin embargo cuando uno empieza a no ir y prefiere estar ese tiempo tomándose un café en su casa o en el bar, en vez de compartir un rato con los compañeros, es cuando poco a poco, de la falta de roce y falta de oportunidades para verse, sin darse cuenta uno, empieza a decaer la actividad de la agrupación y ya no se hace nada, porque todos tienen a su familia y tienen cosas que hacer en su casa, pero nadie puede sacrificar un breve rato a esto.
Como se ve, es complejo encontrar personas así con valores tan firmes y con tiempo y conocimiento suficiente como para poder llevar un partido adelante y representarlo en instancias superiores. Y esto además se ve agravado en el caso de Juventudes Socialistas, pues además de ser esta una organización política, también lo es juvenil, con lo que a los anteriores problemas se añaden los de falta de tiempo por tener que estudiar o incluso trabajar, dificultad de transporte, de medios económicos (no todo el mundo tiene cuenta bancaria, aunque sólo sean 6 euros al año), y la autonomía familiar, miedo a aparecer en listas de militantes, que no le miren mal a uno por la calle por estar ahí apuntado, y no le creen problemas en casa por querer hacer algo productivo en este sentido. Además y dado que hay un límite de edad, por ley desde los 14 a los 30 años cumplidos, es una organización que tiene que buscar recambios para las ejecutivas con más urgencia que en un partido, en el que se puede estar para siempre desde los 18. Y esto, teniendo en cuenta la apatía que tienen mayoritariamente los jóvenes a la política y la falta de formación del espíritu crítico respecto de la vida, lo dificulta aún más. Pero un partido que se precie tiene que cuidar a los jóvenes, porque ellos son el recambio, no se puede boicotear ni ningunear la labor joven, sino fomentarla y apoyarla, porque si no, ese partido a la larga se muere. Es por esto que los que ya son militantes tienen que fomentar ese espíritu en sus hijos, sus sobrinos, y que vayan a Juventudes Socialistas (preferentemente) y se apunten, colaboren, participen, y quién sabe, dentro de unos años con un poco de suerte, sean concejales o incluso diputados.
Si partimos del hecho de que sólo un 5% de los jóvenes españoles están apuntados a algún tipo de asociación, vemos que sólo ese mínimo porcentaje es el que organizado, tiene la posibilidad de hacer algo en cuanto a las políticas de juventud mediante los Consejos Locales y Regionales de la Juventud. Pero si ese porcentaje es pequeño, en Murcia aún baja más hasta el 1,5%. ¿Y esto a causa de qué es?. ¿Qué les pasa a los jóvenes que no participan en nada?. ¿Saben los jóvenes que hay decenas de asociaciones donde pueden participar y realizar cientos de actividades? Sólo hay que buscar qué tipo de asociación le es más acorde a las inquietudes y necesidades de cada uno/a y acercarse a ellas, preguntar qué es lo que hacen, y colaborar. La mayoría de los jóvenes por falta de tiempo y ganas pasan de todo, y el poco tiempo que les dejan los estudios y el trabajo, prefieren emplearlo en otras actividades lúdicas. Curiosamente algunos, una minoría, incluso colaboran en actividades de ONGs u otro tipo. Los jóvenes en general dicen que son apolíticos o que pasan de la política, y además se sienten orgullosos de ello por no tener nada que ver con la política, pero estos jóvenes no asociados desgraciadamente no se dan cuenta que el peor analfabeto es el analfabeto político, porque encima que no se enteran que los políticos con sus decisiones son los responsables de muchas cosas de las que les pasan y sufren, encima les da igual y se ríen. Se ríen de su ignorancia, porque como más feliz se vive es siendo ignorante de las cosas y no sabiendo nada. No se dan cuenta de que la única forma de cambiar las cosas no es cruzarse de brazos y dejar hacer a los demás, sino participando en los lugares en que se deciden las cosas y colaborando con quienes las deciden.
Y sin embargo hay mucha de esa gente anónima que por esos diversos motivos no participa en nada, y cuando llegan las elecciones siempre se queja porque siempre son los mismos los que están en las listas, pero igual no miran que en otro partido aún están más tiempo los mismos. Pero esto de la confección de las listas es así porque son los partidos los que deciden quienes son las personas que se presentan, y mientras la ley no cambie, el pueblo no puede sino votar las siglas del partido que mejor le parece, tal y como vienen en la papeleta, sin poder entrar a elegir si prefiere a esta o a otra persona antes que a otra. La gente igual quisiera que hubiera listas abiertas, como en el Senado, pero para eso habría que modificar la Ley Electoral. Y hoy por hoy, si alguien, un ciudadano cualquiera quiere presentarse a unas elecciones, sólo tiene dos opciones, o bien se junta con 15 personas más (circunscribiéndolo a Abanilla, donde son 13 concejales más tres reservas), o bien se acerca a un partido, -el que sea- que se presenta allí y dice que quiere colaborar, ayudar y trabajar por mejorar el pueblo o ciudad -según sea-.
Por eso no son admisibles esas críticas de que "este me parece mal y este otro peor", pues son los partidos los que tienen la obligación de concurrir a las elecciones (para eso están), y los ciudadanos, si ellos no deciden antes los contrario, sólo pueden votar, no ser votados. Por eso existen los partidos, para además de garantizar la pluralidad política consagrada en la Constitución, para acoger a esa gente inquieta que ve los problemas y lejos de resignarse con lo que tienen, se pregunta por qué las cosas no pueden ser de otra manera, (porque al fin y al cabo, todo lo que nos rodea es fruto de decisiones políticas), y decide apuntarse a un partido para trabajar por mejorar esos y otros muchos problemas que rodean la vida. Por eso los partidos confeccionan sus listas partiendo primero de la propia gente del partido, pero también se abre a personas independientes que quieren participar en ese proyecto. Así pues un partido no fabrica candidatos de la nada y los pone en el escaparate, son las personas anónimas las que tienen que perder el miedo y acercarse al partido, a sus militantes, y decirles que quieren participar, y que cuenten con ellos aunque sea para ayudar en lo más pequeño. Así que si la gente, los que se quedan en sólo votar, no van y ofrecen su ayuda para cambiar algo, luego moralmente no pueden quejarse de que no les gusta lo que hay.
Formalmente un partido político es como una asociación, y como tal necesita de personas que se apunten y militen. Un partido es un lugar de encuentro y reunión de personas que piensan de determinada manera, un lugar donde recogerse las inquietudes de esa gente. Eso se hace en las sedes, y ahí es donde se demuestra que un partido está vivo, cuando sus miembros se reúnen y debaten entre todos las cuestiones que proponen unos y otros. Pero aunque en algún que otro partido todo esto es gratis y de hecho hay gente que por pasar un día a preguntar algo le toman los datos y lo afilian y luego, como no paga, ni sabe que lleva años militando, lo lógico es que en un partido normal, como todo en la vida, cueste dinero. Y esto es así porque hay unos gastos como los de mantenimiento del local, alquileres, así como gastos para actividades propias de campañas informativas o las propias elecciones. Y aunque esto sea lo de menos, a veces hay gente que desgraciadamente para ellos esto resulta lo más importante: Hay quien por no tener trabajo no puede colaborar como militante y dedicar un poco a pagar una cuota al partido, así que ayuda como simpatizante o se queda en apoyar solamente con su voto. Por otra parte también hay gente muy de un partido que sí que tiene ese dinero y que por falta de tiempo, y quizás capacidad, no puede participar como quisiera, pero con esa cuota suya apoya a los que sí que están ahí dedicando su tiempo a trabajar por sus ideales.
¿Pero qué beneficios tiene estar apuntado en un partido?. En una democracia como la nuestra, donde afortunadamente ya no se mete a la cárcel a la gente por militar en un partido ni pensar de forma diferente al que manda, un partido sirve para solucionar los problemas de la vida cotidiana de los ciudadanos, pero un partido no es un sindicato, es decir no hay asesores ni abogados que defiendan los problemas laborales. Un partido sirve para debatir sobre la actualidad, para entre todos buscar y proponer soluciones, para que los concejales luego lleven mociones al Ayuntamiento y si son aprobadas, se arreglen esos problemas. Cuando se está en el gobierno eso es relativamente fácil, pues se cuenta con la mayoría de los votos, pero estando en la oposición es más complejo, pues mandan las matemáticas y la disciplina de voto, y también depende de que el partido que manda lo vea bien o lo vote en contra y luego lo presente él como si fuera suyo. Además, la salud democrática de los pueblos se resiente si desde el gobierno del Ayuntamiento se ejerce presión sobre los ciudadanos con el fin de mantener su pensamiento único y boicotear económica y laboralmente a quien apoye otra causa o les critique en lo más mínimo a ellos o a sus benefactores. Pero esos miedos ficticios e infundados, salvo que el que los recibe no sea muy capaz, a la larga sólo sirven para que el coartado vea realmente quien es el que le instiga y le achanta, y cuando hay que votar, se acuerda y vote otra cosa.
En el caso de los partidos políticos, el apuntarse a este o a otro no es ya una cuestión lúdica de estar con unos determinados amigos como lo pudiera ser una asociación festera, sino el compartir una forma de pensar y actuar, una forma de ser distinta al del partido adversario. Lo lógico es que perteneciendo a un determinado partido, huelga decir que cuando llegan las elecciones, en coherencia con tu militancia, luego votes a ese partido, y no sólo eso, sino que también intentes que las personas cercanas a uno lo hagan también, y esto se hace mediante charlas y comentarios al respecto. No obstante aunque por ilógico no es muy normal, a nadie se le impide estar apuntado en un partido y luego no votarle. Pero el realizar estas charlas con la gente luego puede generar problemas a la hora de hablar con amigos sobre cuestiones de ámbito político, pues si milita de forma más o menos activa y está enterado de la actualidad, ya tiene una imagen preconcebida de las cosas, y depende de lo cerril que sea el contrario el que se pueda hablar tranquilamente o termine uno lesionado.
¿Pero un partido pertenece sólo a sus militantes o también a todos aquellos ciudadanos que le votan?. Dado que no estamos hablando de una pequeña empresa privada, sino de un partido que se presenta a elecciones públicas y pide el voto a la ciudadanía, hay que entender que aparte de a los propios militantes que son los que realmente están ahí dando la cara y haciendo algo por cambiar las cosas, también aunque sólo sea en un pequeño porcentaje, se puede entender que ese partido también pertenece a aquellos que le han confiado su voto. Y es que se puede ser de una determinada forma de pensar, uno puede ser internamente muy del PSOE o muy del PP o muy de IU, y sin embargo no estar militando en ningún partido. Pero luego... ¿de qué le sirve eso a la sociedad?. De nada. Uno se limita a seguir su vida así sin hacer nada, y yendo a votar cuando toca y ya está. Porque en los momentos que un partido necesita a esa gente (que sin militar ni figurar en ninguna lista igual se cree mejor que los que sí militan), para las actividades de las campañas electorales, no se puede contar con ellos para al menos echar una mano como apoderado o interventor, porque no se les conocen sus pensamientos ni sus afinidades si no las manifiesta.
Además hay gente que siendo muy de un determinado partido, pero también sin estar apuntados, critican que se haga poco o no se haga nada. Pero se equivocan. Son los concejales los que responden ante el pueblo, que para eso les pidieron el voto, no el partido. Aunque parezca lo mismo, el partido no está para servir al pueblo y sus dirigentes, como tales, sólo responden de su gestión ante sus militantes, y todas sus manifestaciones públicas son opiniones y ejercicio de la libertad de expresión como grupo político. El partido lo forman personas normales, con sus trabajos, con sus ocupaciones, con sus problemas y asuntos familiares, y cuyos dirigentes temporales, voluntariamente, y con mucho esfuerzo, pueden dedicar unas horas a la semana a llevar el partido para adelante. Por tanto el partido no es algo abstracto y poderoso como se pueda creer, sino un determinado número de personas que desde luego, no está para recibir críticas de gente que ni siquiera pertenece al mismo. Y sólo en el caso de que sí pertenezcan, hay una cosa que se llama Asambleas para allí (y no a la espalda o en el bar) decir lo que se piensa y entre todos, tomar decisiones democráticamente.
Por último quedan aquellos que sí que están militando en un partido, es decir, que figuran como tales en los censos oficiales y como tales cotizan al partido, sin embargo no van para nada a la sede, no sólo ya en los días que esta se abre los fines de semana, sino tampoco van a las asambleas. ¿Y esto por qué? Puede ser por cuestiones laborales, pero también por problemas familiares. Sin embargo cuando uno empieza a no ir y prefiere estar ese tiempo tomándose un café en su casa o en el bar, en vez de compartir un rato con los compañeros, es cuando poco a poco, de la falta de roce y falta de oportunidades para verse, sin darse cuenta uno, empieza a decaer la actividad de la agrupación y ya no se hace nada, porque todos tienen a su familia y tienen cosas que hacer en su casa, pero nadie puede sacrificar un breve rato a esto.
Como se ve, es complejo encontrar personas así con valores tan firmes y con tiempo y conocimiento suficiente como para poder llevar un partido adelante y representarlo en instancias superiores. Y esto además se ve agravado en el caso de Juventudes Socialistas, pues además de ser esta una organización política, también lo es juvenil, con lo que a los anteriores problemas se añaden los de falta de tiempo por tener que estudiar o incluso trabajar, dificultad de transporte, de medios económicos (no todo el mundo tiene cuenta bancaria, aunque sólo sean 6 euros al año), y la autonomía familiar, miedo a aparecer en listas de militantes, que no le miren mal a uno por la calle por estar ahí apuntado, y no le creen problemas en casa por querer hacer algo productivo en este sentido. Además y dado que hay un límite de edad, por ley desde los 14 a los 30 años cumplidos, es una organización que tiene que buscar recambios para las ejecutivas con más urgencia que en un partido, en el que se puede estar para siempre desde los 18. Y esto, teniendo en cuenta la apatía que tienen mayoritariamente los jóvenes a la política y la falta de formación del espíritu crítico respecto de la vida, lo dificulta aún más. Pero un partido que se precie tiene que cuidar a los jóvenes, porque ellos son el recambio, no se puede boicotear ni ningunear la labor joven, sino fomentarla y apoyarla, porque si no, ese partido a la larga se muere. Es por esto que los que ya son militantes tienen que fomentar ese espíritu en sus hijos, sus sobrinos, y que vayan a Juventudes Socialistas (preferentemente) y se apunten, colaboren, participen, y quién sabe, dentro de unos años con un poco de suerte, sean concejales o incluso diputados.
Si partimos del hecho de que sólo un 5% de los jóvenes españoles están apuntados a algún tipo de asociación, vemos que sólo ese mínimo porcentaje es el que organizado, tiene la posibilidad de hacer algo en cuanto a las políticas de juventud mediante los Consejos Locales y Regionales de la Juventud. Pero si ese porcentaje es pequeño, en Murcia aún baja más hasta el 1,5%. ¿Y esto a causa de qué es?. ¿Qué les pasa a los jóvenes que no participan en nada?. ¿Saben los jóvenes que hay decenas de asociaciones donde pueden participar y realizar cientos de actividades? Sólo hay que buscar qué tipo de asociación le es más acorde a las inquietudes y necesidades de cada uno/a y acercarse a ellas, preguntar qué es lo que hacen, y colaborar. La mayoría de los jóvenes por falta de tiempo y ganas pasan de todo, y el poco tiempo que les dejan los estudios y el trabajo, prefieren emplearlo en otras actividades lúdicas. Curiosamente algunos, una minoría, incluso colaboran en actividades de ONGs u otro tipo. Los jóvenes en general dicen que son apolíticos o que pasan de la política, y además se sienten orgullosos de ello por no tener nada que ver con la política, pero estos jóvenes no asociados desgraciadamente no se dan cuenta que el peor analfabeto es el analfabeto político, porque encima que no se enteran que los políticos con sus decisiones son los responsables de muchas cosas de las que les pasan y sufren, encima les da igual y se ríen. Se ríen de su ignorancia, porque como más feliz se vive es siendo ignorante de las cosas y no sabiendo nada. No se dan cuenta de que la única forma de cambiar las cosas no es cruzarse de brazos y dejar hacer a los demás, sino participando en los lugares en que se deciden las cosas y colaborando con quienes las deciden.
Y sin embargo hay mucha de esa gente anónima que por esos diversos motivos no participa en nada, y cuando llegan las elecciones siempre se queja porque siempre son los mismos los que están en las listas, pero igual no miran que en otro partido aún están más tiempo los mismos. Pero esto de la confección de las listas es así porque son los partidos los que deciden quienes son las personas que se presentan, y mientras la ley no cambie, el pueblo no puede sino votar las siglas del partido que mejor le parece, tal y como vienen en la papeleta, sin poder entrar a elegir si prefiere a esta o a otra persona antes que a otra. La gente igual quisiera que hubiera listas abiertas, como en el Senado, pero para eso habría que modificar la Ley Electoral. Y hoy por hoy, si alguien, un ciudadano cualquiera quiere presentarse a unas elecciones, sólo tiene dos opciones, o bien se junta con 15 personas más (circunscribiéndolo a Abanilla, donde son 13 concejales más tres reservas), o bien se acerca a un partido, -el que sea- que se presenta allí y dice que quiere colaborar, ayudar y trabajar por mejorar el pueblo o ciudad -según sea-.
Por eso no son admisibles esas críticas de que "este me parece mal y este otro peor", pues son los partidos los que tienen la obligación de concurrir a las elecciones (para eso están), y los ciudadanos, si ellos no deciden antes los contrario, sólo pueden votar, no ser votados. Por eso existen los partidos, para además de garantizar la pluralidad política consagrada en la Constitución, para acoger a esa gente inquieta que ve los problemas y lejos de resignarse con lo que tienen, se pregunta por qué las cosas no pueden ser de otra manera, (porque al fin y al cabo, todo lo que nos rodea es fruto de decisiones políticas), y decide apuntarse a un partido para trabajar por mejorar esos y otros muchos problemas que rodean la vida. Por eso los partidos confeccionan sus listas partiendo primero de la propia gente del partido, pero también se abre a personas independientes que quieren participar en ese proyecto. Así pues un partido no fabrica candidatos de la nada y los pone en el escaparate, son las personas anónimas las que tienen que perder el miedo y acercarse al partido, a sus militantes, y decirles que quieren participar, y que cuenten con ellos aunque sea para ayudar en lo más pequeño. Así que si la gente, los que se quedan en sólo votar, no van y ofrecen su ayuda para cambiar algo, luego moralmente no pueden quejarse de que no les gusta lo que hay.
Fdo: Manuel Martínez Pérez
Secr. Gral. JS Abanilla
Coordinador JSRM Comarca Huerta de Murcia y Oriental
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