Película "Las trece rosas"

La película, basada en el libro “Trece Rosas Rojas” de Carlos Fonseca, narra los hechos que ocurrieron en el verano de 1939, cuando 13 jóvenes militantes de las Juventudes Socialistas, fueron detenidas un mes después de terminar la guerra y fusiladas el 5 de agosto, en las tapias del cementerio de la Almudena de Madrid.

Título original: Las 13 Rosas
Género: Drama
Año: 2.007
Nacionalidad: España
Director: Emilio Martínez-Lázaro
Reparto: Pilar López de Ayala, Verónica Sánchez, Marta Etura, Nadia de Santiago, Gabriella Pession, Félix Gómez, Fran Perea, Enrico Lo Verso, Asier Etxeandía, Alberto Ferreiro, Luisa Martín, Bárbara Lennie, Goya Toledo, Secun de la Rosa
Duración: 132 min.
Idioma: Español
Sinopsis: Basada en hechos reales. Narra la historia de unas jóvenes condenadas a muerte por un Tribunal Militar por un delito que no habían cometido. Detenidas al mes de acabar la contienda, sufrieron duros interrogatorios y fueron a parar a la cárcel madrileña de Ventas. Las reclusas las bautizaron como 'las menores', que pensaban que sólo pasarían unos años en la cárcel y acabaron siendo acusadas de un delito de "adhesión a la rebelión", por reorganizar la JSU y por intentar un atentado contra Franco. Un Tribunal Militar las condenó a muerte y fueron fusiladas en la madrugada del 5 de agosto de 1939.

Estreno previsto de la película: 19 de octubre de 2007

Tráiler de la película "Las 13 rosas"

https://www.youtube.com/watch?v=NB_4fAB03fI

Un poco de historia, para ambientar

https://www.youtube.com/watch?v=pkP2NrFwz-o

Enlaces:

Tomado del blog del link de abajo: Las rosas no estaban implicadas, ni directa ni indirectamente, en el atentado, también repudiable, contra Gabaldón, de cuya autoría, al menos intelectual, deberían dar cuenta probada ciertos miembros de la alta jerarquía de la Policía Militar a los que no convenía que la información sobre masonería recopilada por un guardia civil de poca monta pudiera salir a la luz y poner en peligro su posición en un régimen nuevo en que el pastel estaba por repartir.

Las rosas no son, como pretende transmitir para sus acólitos con ansias de justificación del horror cierto indeseable pseudo-historiador de pasado vergonzante, unas milicianas asesinas masculinizadas y con el fusil en mano durante tres años dispuestas a hacer todas las checas que se les pusieran por delante.

Las rosas ni asesinaron ni planearon atentados contra nadie, ni contra el dictador (tan asustado de la capacidad de resistencia de Madrid que tardó unos meses en trasladarse desde Burgos aun estando la capital barrida de "rojos" o de cualquier sospechoso de disidencia) ni contra elementos menores del régimen que resultaran más "accesibles".

Algunas de ellas, sólo algunas (recordemos que una de ellas incluso se reconocía como votante de derechas), tras el fin de la guerra civil intentaron (en la mayoría de los casos no tuvieron tiempo de asistir a ninguna reunión) reorganizar la JSU, que, dicho sea de paso, no es socialista, pese a su nombre (muchos son los partidos comunistas que incluyen la denominación socialista, incluso en la actualidad), sino la unión de jóvenes militantes socialistas y comunistas de cara a una lucha común contra el fascismo y con una presencia abrumadora del comunismo en sus filas, frente a la escasa participación de los socialistas. Esto para quienes piensen que el omnipresente socialista Zapatero (culpable de todos los males de España, por supuestísimo) está detrás de todo, hasta del proyecto de un filme que, claro está, se ha pagado con el dinero de los españoles de bien (y los de mal), porque los titiriteros chupones e improductivos le han hecho campaña y ahora tiene que devolver los servicios prestados en forma de subvenciones que bien querrían para sí todos los españoles de bien –los de mal, que se fastidien, por no emplear otro vocablo más apropiado para aportar veracidad a la sentencia- (madre mía… no creo haber exagerado al reflejar determinado tipo de pensamiento de cierto sector del país –minoritario y en la derecha más extrema, por suerte para todos, de derechas, izquierdas o centro, y pese a lo chillón que se nos ha vuelto- cuya existencia prefiero ignorar para seguir confiando en nuestra sociedad, ideologías aparte).

El objetivo prioritario de la JSU en la dura posguerra era la asistencia, en especial económica, a los presos y sus familias, pero, sobre todo, llenar el hueco que el asesinato o principalmente el exilio masivo de los altos cargos comunistas había dejado en Madrid, donde se pretendía seguir trabajando en la clandestinidad. Hacía falta ganar tiempo para que el fascismo, en los focos alemán e italiano, fuera combatido tras la cada vez más inminente declaración de guerra en Europa, de forma que las potencias llamadas democráticas se vieran en la obligación de asistir también a España rompiendo esa neutralidad pretérita en la que se escudaron para ignorar nuestro país, pero la Historia ha demostrado la diferente actitud con que se enfrentaron al caso español. Sería un mal menor que no les supondría una amenaza directa.

El asesinato de las rosas y sus compañeros masculinos (agrupándolos de forma chapucera -leer el sumario es irrisorio si no fuera por lo que significó- en una causa común pese a que no existía relación entre muchos de ellos y cada cual procedía de causas distintas, quedando fuera unos y dentro otros sin motivos lógicos) no fue, en absoluto, un hecho casual en que unas pobres muchachas fueron elegidas al azar como víctimas sin más, sino que estamos ante un acontecimiento concebido como un masivo escarmiento ejemplarizante (ni mujeres ni jóvenes, utilizadas como enlace para llamar menos la atención, escaparían de la represión brutal) a fin de evitar un nuevo intento de reorganización de partidos y asociaciones clandestinos y todo lo que ello conllevaba de amenaza para la dictadura en una ciudad que había resistido durante tres largos años. Se trataba de arrancar de raíz todo tipo de oposición, de meter el miedo en los huesos a una juventud combativa, o simplemente a cualquiera que minusvalorara la omnipotencia y decisión de la nueva España, la bendecida por Dios, la única, la grande, la libre. El mero hecho de haber dado dinero a alguien con carné comunista fue justificación para acusar a dos de las personas asesinadas ese 5 de agosto de 1939 de "adhesión a la rebelión", aunque los rebeldes fueran los que se presentaron como nacionales.

La película no es “otra película más de los sociatas sobre la guerra civil (¿y Paracuellos?)”, porque transcurre en la posguerra, así que tampoco le veo parecido, de entrada, a “Libertarias”, más allá de que las protagonistas sean mujeres (en historias eminentemente masculinas de forma tradicional) y terminen muertas. Estamos hablando de lo que sucedió después del 1 de abril del ’39, y el ambiente no será, suponemos, bélico, sino de asfixia, terror y finalmente valentía.

Los dos bandos no tuvieron la misma legitimidad, desde luego que no (una parte del ejército, que había jurado la defensa de la República, se alza en armas contra la misma, frente a una mayoría que defiende el orden legítimamente instituido y que es aplastada sin miramientos), del mismo modo que los dos bandos tampoco cometieron barbaridades por igual, puesto que las cuatro décadas de dictadura fueron un período muy amplio para resarcirse reprimiendo a cualquier sospechoso de no comulgar con el régimen, y en especial para crear una leyenda que, a la vista de algunos juicios vertidos anteriormente a este comentario y que habrá que leer y escuchar a raíz de la película (gran amenaza…), ha surtido efecto.

Yo le deseo lo mejor a este filme de ficción de Martínez-Lázaro, en el que, obviamente, se han introducido elementos ficticios (en personajes, en guión) a partir del mantenimiento de la historia verídica básica, de la que es imposible transmitir la enorme complejidad de los hechos en dos horas de metraje (las piezas cayeron en un dominó tan extenso como increíble), y empezaré a valorarlo como obra cinematográfica, pues entiendo que el cine ha de ser espectáculo. Tiene un reparto extraordinario (nombres como Pilar López de Ayala, Asier Etxeandia o Marta Etura, entre muchos otros), y el equipo técnico (Roque Baños en la composición musical, Alcaine en la fotografía, etc.) también es muy prometedor, de forma que no parece complicado que sea una buena película, pero habrá que esperar (tiene ya una férrea oposición… no es mala señal). Mi crítica la realizaré sobre bases artísticas, y no a partir de mis conocimientos historiográficos ni de la sensación de que los elementos fílmicos se impongan a los históricos.

El cine de ha ser entretenimiento y, si puede ser, arte (esto es muy complicado…). Para aprender lo que pasó me documentaría con libros (muy recomendable el de Carlos Fonseca, aunque hay decenas reseñables para acudir a la intrahistoria de esos años), pero el visionado del filme de Martínez-Lázaro puede ser el mejor punto de partida para acercar a los más jóvenes la conciencia de un pasado terrible, independientemente de lo que cada ciudadano vote. No creo que ningún cristianodemócrata alemán se atreva a restar crueldad al bando nacionalsocialista (con el que, obviamente, no se identifica ni de lejos; en España, desgraciadamente, no podemos decir que haya una condena sin paliativos del franquismo por parte de la derecha no nacionalista ni se termina la maldita ambigüedad en ese sentido), por mucho que todos seamos conscientes de que bestias hay en todas partes y que ni los rusos ni los norteamericanos ni la resistencia europea fueron santos en todos los casos de todas las personas que integraron la lucha antifascista desde ideologías tan opuestas como el comunismo y el capitalismo, aunque lo principal es que pusieron fin a la expansión nazi en el continente.

Saber y querer saber no es ni puede ser una invitación a la venganza (los negacionistas publicaron durante cuarenta años las atrocidades de los “rojos asesinos” que quemaban iglesias y raptaban a los niños en sangrías masivas, y lo siguen haciendo en democracia sin moderar su actitud y sin adjuntar documentación -¿para qué?-, con un lenguaje que dista mucho de la reconciliación y de la calma verbal); conocer es el recuerdo a gente que dio su vida por la defensa de un Estado legítimo y unos ideales de los que ahora algunos se erigen en únicos defensores pese a reconocerse herederos de quienes terminaron con ellos. Conocer es el recuerdo y el homenaje a gente que, cuando era consciente de que iba a morir inocente, se esmeraba minutos antes de ser asesinada por eliminar cualquier resquicio de rencor y odio entre quienes les querían e iban a tener que llorar su pérdida en silencio. Como Blanca Brisac, que pedía a su hijo que fuera bueno y que quisiese a todos, que no guardase rencor a los que iban a dar muerte en una misma noche a sus padres, los mismos por los que días después el niño fue a interesarse pensando que estaban todavía en la cárcel y a quien le respondieron tras informarle de que habían sido “fusilados por rojos” (buen razonamiento) que a él le habrían hecho lo mismo si hubiese tenido dieciséis años, porque “las malas hierbas hay que cortarlas de raíz”.

Si las rosas clamaban contra el rencor y por la vida, no van a hacer otra cosa quienes tienen como objetivos devolverlas a la memoria y que su nombre no se borre de la historia, y cuyo único legítimo propósito es ése, mantener en el recuerdo a quienes se pretendía dejar en el limbo de la ignorancia y, lo que es peor, con el nombre manchado de una sangre que no sólo no derramaron sino que se derramó contra ellos.

http://www.blogdecine.com/2007/08/08-trailer-de-las-13-rosas-de-emilio-martinez-lazaro

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Sería interesante hacer una película sobre las atrocidades y asesinatos cometidos por los republicanos y el Frente Popular con las checas.

Un buen libro que narra esto, el Terror Rojo en España:
http://www.elmundo.es/cronica/2003/402/1056973784.html
http://www.elmanifiesto.com/video.asp

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