En las últimas elecciones municipales y autonómicas, el PP de Valcárcel no sólo revalidó su mayoría absoluta en la Asamblea Regional y en dos tercios de los municipios de la Región, sino que batió su propio record en casi dos puntos, con lo que la comunidad murciana volvió a confirmar la posición alcanzada en las elecciones de 2003 y se ha consolidado como la comunidad más conservadora de toda España.
Lo curioso es que el PP de Valcárcel, después de ejercer durante más de doce años ininterrumpidos un monopolio casi absoluto del poder político, tanto regional como municipal, ha conseguido que el peso de la Región de Murcia sea completamente irrelevante en la política nacional, que estemos enfrentados a cara de perro con varias comunidades autónomas (Cataluña, Aragón, Castilla-La Mancha y Andalucía) y con el actual Gobierno central, que seamos percibidos por el resto de España como unos irresponsables derrochadores de nuestros recursos hídricos y unos corruptos depredadores de nuestro patrimonio natural y cultural, y, por si todo eso no fuera suficiente, que sigamos estando a la cola de las comunidades españolas en la mayor parte de los indicadores de bienestar social: pensiones, salarios, precariedad laboral (sobre todo entre jóvenes, mujeres e inmigrantes), sanidad, educación, acceso a la vivienda, infraestructuras culturales, innovación tecnológica, sostenibilidad ambiental, etc. Y, a pesar de todo eso, una mayoría de electores ha seguido dando su voto a unos dirigentes tan manifiestamente incompetentes.
Porque el hecho de que sean incompetentes no quiere decir que sean tontos. Al contrario, son extremadamente listos, tan listos como para haber construido un sólido régimen clientelar y haber hecho creer a muchos murcianos que todos sus males se reducen a la falta de agua, y que la culpa de esa supuesta falta de agua la tienen los otros, los “antimurcianos”: manchegos, aragoneses, catalanes, socialistas, comunistas, ecologistas, etc. Este victimismo engañoso y simplista, que aquí se repite machaconamente día tras día, fuera de aquí es percibido como una simple muestra de subdesarrollo politico y cultural. Dicen que el nacionalismo se cura viajando. Y eso también vale para el nacionalismo hidráulico murciano. De hecho, hay muchos profesionales, científicos y artistas murcianos que han acabado exiliándose de esta Región. Un dato muy significativo: en las últimas elecciones, el partido más votado entre los murcianos que viven fuera de la Región, no fue el PP sino el PSOE.
Cuando uno viaja por Europa, le llama la atención el enorme prestigio de Zapatero y la admiración hacia muchas de sus iniciativas en política exterior, derechos sociales, etc. Sin embargo, en este pequeño rincón de España, Zapatero es la encarnación de todos los males. Recientemente, el CIS ha hecho pública una encuesta realizada en las 13 comunidades que celebraron elecciones el pasado 27 de mayo. En esta encuesta vuelve a ponerse de manifiesto la excepcionalidad de nuestra Región: Zapatero aventaja a Rajoy en casi todas las comunidades españolas (incluidas comunidades del PP como La Rioja, Castilla-León y Valencia), con la excepción de Murcia y Madrid. Es en Murcia donde Zapatero obtiene la peor nota (4,16) y Rajoy la mejor (4,96), aunque el líder del PP ni siquiera aquí alcanza el aprobado. Confieso que no consigo comprender el masoquismo de mis paisanos. Sobre todo sabiendo, como sabe cualquier persona bien informada, que la Región de Murcia, precisamente por sus malos indicadores sociales, es una de las principales beneficiarias de las políticas sociales y de los fondos públicos aportados por el gobierno de Zapatero en temas tan decisivos como la igualdad de género, la educación, la sanidad, la vivienda, la integración de los inmigrantes, la mejora de las pensiones y del salario mínimo, etc.
Pues no, señor, Zapatero es muy malo porque “no nos quiere dar agua”. Y eso en una Región que no ha sufrido nunca cortes de agua, ha incrementado su superficie de regadío en un 25% y ha tenido una tasa de crecimiento por encima de la media nacional. La mentira es demasiado clamorosa para cualquier observador imparcial. Sin embargo, los murcianos siguen viviendo de espaldas a la realidad. En la citada encuesta del CIS, todas las comunidades consideran que los principales problemas sociales son, por este orden, el paro, la vivienda, la inmigración y la inseguridad callejera. Pues bien, Murcia es la única que considera la falta de agua como el principal problema (43,8%), seguido de la inmigración (39%), la inseguridad (32,5%) y sólo en cuarto lugar la vivienda (21%). Porque el PP regional no sólo ha sabido vender a los murcianos la moto del Agua para Todos, sino también la moto del Ladrillo para Todos. Y ahora estamos empezando a sufrir las consecuencias de esta segunda quimera, que tanto las asociaciones ciudadanas como los informes de instituciones nacionales e internacionales han venido anunciando y denunciando desde hace tiempo: por un lado, la crisis de la insostenible especulación inmobiliaria, con sus secuelas económicas, laborales, recaudatorias, etc.; por otro lado, la acumulación de los problemas sociales y ambientales derivados de un urbanismo salvaje; por ultimo, la rendición de cuentas de los cargos corruptos ante los tribunales de Justicia.
Ante todas estas secuelas con las que ahora nos encontramos, hay una pregunta que no podemos dejar de hacernos: ¿hasta cuándo va a seguir la clase dirigente murciana echando la culpa a otros de sus propios errores? Y, sobre todo: ¿hasta cuando van a seguir apoyando los murcianos a unos gobernantes mentirosos, incompetentes e irresponsables?
* Miembro del Foro Ciudadano y catedrático de la UMU
Lo curioso es que el PP de Valcárcel, después de ejercer durante más de doce años ininterrumpidos un monopolio casi absoluto del poder político, tanto regional como municipal, ha conseguido que el peso de la Región de Murcia sea completamente irrelevante en la política nacional, que estemos enfrentados a cara de perro con varias comunidades autónomas (Cataluña, Aragón, Castilla-La Mancha y Andalucía) y con el actual Gobierno central, que seamos percibidos por el resto de España como unos irresponsables derrochadores de nuestros recursos hídricos y unos corruptos depredadores de nuestro patrimonio natural y cultural, y, por si todo eso no fuera suficiente, que sigamos estando a la cola de las comunidades españolas en la mayor parte de los indicadores de bienestar social: pensiones, salarios, precariedad laboral (sobre todo entre jóvenes, mujeres e inmigrantes), sanidad, educación, acceso a la vivienda, infraestructuras culturales, innovación tecnológica, sostenibilidad ambiental, etc. Y, a pesar de todo eso, una mayoría de electores ha seguido dando su voto a unos dirigentes tan manifiestamente incompetentes.
Porque el hecho de que sean incompetentes no quiere decir que sean tontos. Al contrario, son extremadamente listos, tan listos como para haber construido un sólido régimen clientelar y haber hecho creer a muchos murcianos que todos sus males se reducen a la falta de agua, y que la culpa de esa supuesta falta de agua la tienen los otros, los “antimurcianos”: manchegos, aragoneses, catalanes, socialistas, comunistas, ecologistas, etc. Este victimismo engañoso y simplista, que aquí se repite machaconamente día tras día, fuera de aquí es percibido como una simple muestra de subdesarrollo politico y cultural. Dicen que el nacionalismo se cura viajando. Y eso también vale para el nacionalismo hidráulico murciano. De hecho, hay muchos profesionales, científicos y artistas murcianos que han acabado exiliándose de esta Región. Un dato muy significativo: en las últimas elecciones, el partido más votado entre los murcianos que viven fuera de la Región, no fue el PP sino el PSOE.
Cuando uno viaja por Europa, le llama la atención el enorme prestigio de Zapatero y la admiración hacia muchas de sus iniciativas en política exterior, derechos sociales, etc. Sin embargo, en este pequeño rincón de España, Zapatero es la encarnación de todos los males. Recientemente, el CIS ha hecho pública una encuesta realizada en las 13 comunidades que celebraron elecciones el pasado 27 de mayo. En esta encuesta vuelve a ponerse de manifiesto la excepcionalidad de nuestra Región: Zapatero aventaja a Rajoy en casi todas las comunidades españolas (incluidas comunidades del PP como La Rioja, Castilla-León y Valencia), con la excepción de Murcia y Madrid. Es en Murcia donde Zapatero obtiene la peor nota (4,16) y Rajoy la mejor (4,96), aunque el líder del PP ni siquiera aquí alcanza el aprobado. Confieso que no consigo comprender el masoquismo de mis paisanos. Sobre todo sabiendo, como sabe cualquier persona bien informada, que la Región de Murcia, precisamente por sus malos indicadores sociales, es una de las principales beneficiarias de las políticas sociales y de los fondos públicos aportados por el gobierno de Zapatero en temas tan decisivos como la igualdad de género, la educación, la sanidad, la vivienda, la integración de los inmigrantes, la mejora de las pensiones y del salario mínimo, etc.
Pues no, señor, Zapatero es muy malo porque “no nos quiere dar agua”. Y eso en una Región que no ha sufrido nunca cortes de agua, ha incrementado su superficie de regadío en un 25% y ha tenido una tasa de crecimiento por encima de la media nacional. La mentira es demasiado clamorosa para cualquier observador imparcial. Sin embargo, los murcianos siguen viviendo de espaldas a la realidad. En la citada encuesta del CIS, todas las comunidades consideran que los principales problemas sociales son, por este orden, el paro, la vivienda, la inmigración y la inseguridad callejera. Pues bien, Murcia es la única que considera la falta de agua como el principal problema (43,8%), seguido de la inmigración (39%), la inseguridad (32,5%) y sólo en cuarto lugar la vivienda (21%). Porque el PP regional no sólo ha sabido vender a los murcianos la moto del Agua para Todos, sino también la moto del Ladrillo para Todos. Y ahora estamos empezando a sufrir las consecuencias de esta segunda quimera, que tanto las asociaciones ciudadanas como los informes de instituciones nacionales e internacionales han venido anunciando y denunciando desde hace tiempo: por un lado, la crisis de la insostenible especulación inmobiliaria, con sus secuelas económicas, laborales, recaudatorias, etc.; por otro lado, la acumulación de los problemas sociales y ambientales derivados de un urbanismo salvaje; por ultimo, la rendición de cuentas de los cargos corruptos ante los tribunales de Justicia.
Ante todas estas secuelas con las que ahora nos encontramos, hay una pregunta que no podemos dejar de hacernos: ¿hasta cuándo va a seguir la clase dirigente murciana echando la culpa a otros de sus propios errores? Y, sobre todo: ¿hasta cuando van a seguir apoyando los murcianos a unos gobernantes mentirosos, incompetentes e irresponsables?
* Miembro del Foro Ciudadano y catedrático de la UMU
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