No voy a entrar en este artículo a hablar del virus en sí, ni de su origen, ni tampoco de las medidas que se han tomado a nivel general al respecto durante estos meses. Eso lo dejo para otro artículo que llevo intentando hacer desde marzo y que no sé cuándo acabaré. En este actual artículo sólo voy a tratar, y "brevemente", el tema de la vuelta al cole en medio de esta situación de incertidumbre generalizada por el coronavirus.
Hasta ahora, cuando llegaba el mes de septiembre, los maestros sólo tenían que combatir en la escuela contra eso del "qué malo que es el verano", pero habida cuenta de lo ocurrido con el tema del virus y todo lo que pasó desde el cierre de los centros educativos, este año habrá que luchar también contra lo del "qué mala que fue la primavera", pues en realidad, para muchos alumnos se podría decir que el curso acabó en el mes de marzo, y los contenidos que estaban programados para dar en dichos meses, no se dieron, o se dieron "de aquella manera", sin capacidad de comprobación de si habían sido adquiridos o no, por lo que en muchos casos se aprobó a los alumnos levantando la mano, el brazo y hasta el cuerpo entero, pues para entendernos, había que pasar a la gente de curso, salvo muy contadas excepciones que lo justificaran. Las consecuencias de este "desastre", está claro que las veremos en los próximos meses.
Ahora llegamos al mes de septiembre, donde docentes y familias nos enfrentamos a la tradicional "vuelta al cole", con más conocimientos sanitarios acerca del comportamiento del virus, sí, que nos permite poder y saber cómo actuar en caso de contagio, pero con más cansancio de la sociedad y menos temor al mismo, lo cual provoca indignación en los sanitarios, e insensatez y temeridad, -podríamos decir-, en el resto de la sociedad. No son pocos los padres que ya piensan en no enviar a sus hijos a los colegios hasta que no sea seguro (¿y eso cuándo será?), con las consiguientes notificaciones por parte de los Servicios Sociales con el recordatorio de la obligatoriedad de la asistencia de los menores a un centro educativo.
Decía hace unos días en la radio de Onda Regional de Murcia el director de pediatría del hospital de la Arrixaca, Manuel Sánchez Solis (les recomiendo escuchar atentamente la entrevista), que los alumnos no habían hecho nada desde marzo (minuto 7:30), cuestión que sin duda podría enojar a algunos docentes, pero a otros no tanto, pues en verdad saben que muchos no dieron ni chapa. En teoría, según la normativa que se indicó desde la Consejería, había que mandar tareas para reforzar lo ya aprendido, y en teoría no se podía avanzar materia, para no dejar a nadie descolgado, y en caso de avanzarse, no se podía evaluar dicho aprendizaje, pues no se podía "castigar" a quien no podía seguir el curso. Y en caso de evaluarse de alguna manera mediante el "feedback" mediante el envío de enviar imágenes de tareas realizadas, o por ejemplo realización de actividades interactivas, esta puntuación sólo podía ser positiva, pues no se podía perjudicar a quien efectivamente no hubiera hecho nada por no tener medios digitales para ello. Un poco caótico e irónico a la vez.
De cara a este nuevo curso, en cada Comunidad Autónoma se han tomado unas medidas diferentes. En unas se han contratado más profesores y en otras menos. En unas se ha optado por desdoblar aulas numerosas, y en otras como la Región de Murcia, se ha optado por que los alumnos no vayan un día, o vayan en días alternos. Esta última opción, parece un poco inconsistente, pues hacer que para que no haya excesivo alumnado en un aula, éstos vayan rotando y un día se queden en casa, parece algo sin mucho sentido. Además ¿dónde se quedarán? ¿En casa? ¿Bajo qué supervisión? ¿de los padres? ¿y si tienen que ir a trabajar? ¿de los abuelos? ¿no intentábamos prevenir que se contagiaran? ¿Alguien entiende algo? ¿O irán a algún tipo de aula con alumnos de otras edades e incluso centros? ¿Alguien no ha pensado que ese es el sitio perfecto para que se vayan distribuyendo los virus? Y si ese día el profesor tiene que explicar algo importante y ese niño no va porque le toca no ir a clase ese día ¿eso es justo? ¿y si toca examen? ¿a repetirlo otro día? ¿los técnicos que nos gobiernan no consideran que los alumnos ya tienen demasiados absentismos como para autorizarles otros más?
Si se aplicara el sentido común, se darían cuenta que estas medidas son de una gran insensatez, y verían que quizá tiene más sentido buscar nuevos espacios en los propios centros o en los municipios, a fin de desdoblar aulas que tengan más de quince alumnos, contratando más personal, o bien reorganizando mejor los horarios (aun incluso a costa de perder apoyos). Pero nos gobiernan personas que hace años que se fueron a un despacho huyendo de los niños, prófugos de las tizas, y ya no se acuerdan de la realidad de lo que pasa en las aulas.
Así que efectivamente, entre los técnicos y los librepensadores que se sacan el título de epidemiólogos y pedagogos en un fin de semana en la URJC, ahora la gente pondera mucho desde sus púlpitos y muros del facebook, sobre si los niños se tendrán que llevar su mascarilla y su gel hidroalcohólico al colegio. Y si a la vista de estas normas tan absurdas, se queja algún maestro, los "trabajadores" le saltan llamándole gandul, sin considerar el peligro que entraña meter a veinte o treinta alumnos en un aula, cuando la normativa para otras situaciones actualmente indica que haya un máximo de seis personas para hacer una reunión. Se ve que los niños no se contagian ni tampoco transmiten el virus. La OMS ha informado que sí que se contagian. Pero claro, desde que Miguel Bosé quiere volver a ser famoso ¿quién se cree a la OMS?
Pero todo esto, pasa porque quienes hablan desconocen la realidad de las aulas, y no saben que en la mayoría de los casos y centros, los alumnos de familias con escaso poder adquisitivo (o que no consideran importante la educación de sus hijos), no llevan ni lápiz, ni goma, así que mucho menos sacapuntas (y qué decir de los libros, menos mal que ahora se los dan gratis). Elementos que conforme a la normativa, si no han traído ese día, ahora no se los podrán dejar los compañeros, porque podrían tener gérmenes del virus, con lo cual, quienes no se los lleven, imagino que ese día no harán nada. Un chollo consentido para los que no quieran trabajar, ¿no? ¿Alguien ha pensado ya en la cantidad de tiempo que se va a "perder" cada día intentando cumplir con todas las normativas sanitarias? Si antes, de 45 minutos de cada clase, entre que unos llegan tarde, un profesor PT o AL que viene a llevarse a alguien a otra clase, otros que se tienen que ir al aseo porque no han ido en su casa, un profesor que viene a preguntar algo, alumnos que hablan o se levantan, etc... se daban como mucho 30 minutos, ahora teniendo que controlar también las mascarillas, el embadurnado del gel, que se mantengan las distancias, que no se escupan para pegarse el virus, etc..., aún se quedará en menos tiempo de clase efectiva. ¿Cómo se puede dar clase así?
Personalmente, creo que pese a las muchas medidas sanitarias de prevención, vamos a durar como mucho en dos semanas, pues no hay más que ver que por ejemplo en Alemania ya cerraron a los cinco días de abrir. Aquí ya nos están preparando para cerrar aulas en cuanto haya dos casos de brotes. Y entonces volverán a cerrar los centros, o las aulas (ya se verá), se volverá a la teledocencia, o a la teledocencia semipresencial (también se verá), las clases-tutoría con seis alumnos que no tengan medios y resto online (surrealista, sin duda)... se verán muchas cosas y muy raras, así que nadie se sorprenda de nada de lo que ocurra.
Los sindicatos ya están rumiando el convocar algunas huelgas si esto sigue así. ¿Pero sirven de algo las huelgas? En raras ocasiones han servido para algo. Las administraciones educativas pretenden iniciar el curso dentro de la normalidad, si es que esta extraña situación tiene algo de normal. Y si pasa algo, pues ya se verá. A esto se le llama convertir la educación en improvisación. Y es que en este país somos muy fatalistas (como lo fue Julio César cuando le avisaron de que llevara cuidado con los idus de marzo, y le dio igual), y aunque creamos que algo no está bien, lo hacemos sin pensar y no nos quejamos, hasta que pasa algo y entonces salen las "madres mías" y los "si yo ya lo dije".
Sin ánimo de querer hacerle el trabajo a nadie, ¿por dónde deberían ir los pasos para reiniciar el proceso educativo dentro de una cierta seguridad?
En caso de dar las clases medio normalmente en los centros:
- Limpieza de manos de forma frecuente. Ventanas y puertas abiertas para que corra el aire.
- Mascarilla para los niños a partir de 6 años. Puede parecer una barbaridad, pues si ya es molesta para los adultos, para los niños seguro que también lo será y más, pues además, al igual que los negacionistas, ellos no querrán, aunque en su caso sólo porque les molesta. ¿alguien se imagina la de minutos que se van a perder insistiendo a los niños en que la lleven bien puesta?
- Apertura de nuevas aulas, reorganización de horarios en los centros para desdoblar aulas numerosas y que hubiera dos profesores.
En caso de cierre de aulas o centros por aparición de casos de virus:
- Instalación de webcams con micrófono en las aulas para que los alumnos puedan seguir online las clases, yendo sólo a los centros los alumnos que necesiten ayuda in situ o que no tengan medios.
- Poner medios (de verdad), humanos y económicos, para hacer llegar materiales de fotocopias de fichas a los alumnos desfavorecidos que no tengan medios digitales. Se puede organizar mediante voluntarios con las juntas vecinales o municipales, asociaciones, ONG, etc. En el periodo de confinamiento ya se hizo en algunos casos, con menor o mayor acierto, así que dado que se puede hacer, sólo sería cuestión de hacerlo bien organizado.
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