Estraperlistas de las vacunas

A la vista de tantas renuncias, dimisiones y ceses (todas las que ha habido, hay y quizá habrá), lo que yo veo aquí en todo este asunto de "los estraperlistas de las vacunas" (de unos y otros partidos), es que esta vacuna se carga a más políticos que el propio virus.


Empezamos viendo al joven alcalde del valenciano municipio de Rafelbunyol, que el primer dia ya se puso su vacuna. Seguimos viendo a un matrimonio, alcaldes de sendos municipios alicantinos (El Verger y Els Poblet), que se las ponían porque estaban en una residencia viendo a ver qué tal la experiencia, y como resulta que sobraban, pues dijeron de ponérsela ellos. Sin duda que debían de saber el orden establecido, pero es que las iban a tirar. Unos 150 políticos de la Comunidad Valenciana se llegaron a poner la primera dosis, que no verán la segunda hasta que les toque por el orden normal.

Ciertamente, en Andalucía resulta que desperdiciaban "un culillo" como dijo el Consejero de las dosis, es decir el 20% de cada una de las dosis de la vacuna (0,3 ml), que tiraban a la basura por no poder aprovechar, ya que las jeringuillas no eran las adecuadas. ¿De verdad habiendo tanta necesidad de vacunar a la gente, se tira líquido de las vacunas a la basura?

Luego supimos del Consejero de Salud de la Región de Murcia, que había dispuesto que se vacunaran cerca de 400 personas, empleados y altos cargos de la Consejería -incluida su mujer que trabajaba allí-. Supimos también del caso de la alcaldesa de la ciudad de Molina de Segura, también en la Región de Murcia, que alegó que le habían llamado del Centro de Salud, y ante su duda porque consideraba que no le tocaba, desde el Centro de Salud le dijeron que sí por ser paciente oncológica, cuando tampoco se estaba poniendo aún a dicho tipo de pacientes. Tras defender su postura con sus argumentos, terminó por dimitir al ver que la mayoría de los compañeros concejales no la apoyaban.

Hasta el JEMAD, Jefe del Estado Mayor de la Defensa, se vacunó junto a su cúpula antes que la UME. Y cuando le pillaron, tuvo que presentar la dimisión.

En Ceuta, el Consejero de Sanidad dijo que él se vacunó porque le insistieron sus otros nueve altos cargos y trabajadores del área que dirige. Y lo hizo como personal de salud pública que trabaja en la gestión directa de la pandemia. En su descargo dijo que a él no le gustan las vacunas, pero los técnicos se lo recomendaron y se lo pidieron, y que si no lo hacía, ellos tampoco. Así lo dio por probado el gobierno de Ceuta. Y sin embargo terminó por dimitir por la presión. 

Un caso más, el obispo de Mallorca también se vacunó, aprovechando que estaban vacunando en la geriátrico perteneciente al obispado. De este buen hombre aún no sabemos que haya dimitido.

Seguro que en los próximos días siguen saliendo casos y más casos de políticos. Aquí tenemos un gran listado que seguro que se queda pequeño.

Sin duda que éticamente son muy reprobables todos estos hechos, pero humanamente es medio comprensible que en esta guerra contra el virus, -en general- siempre haya quien se aproveche de su posición para hacer uso privilegiado de los bienes públicos. La cuestión es ¿merece la pena jugarse el nombre y el prestigio? Y alguien dirá ¿y de qué sirve el nombre si se pilla el virus y se muere uno?

Cierto es que como ya he puesto anteriormente, hay casos y casos, argumentos y razones que atenúan o agravan las circunstancias particulares de cada caso, por haberse hecho conscientemente, para no desperdiciarlas y tirarlas, o porque se le medio obliga o insta a ello. Pero en el fondo, los hechos son los que son, y las consecuencias, como vemos, pueden ser duras e injustas, pero son las que pide la sociedad que lo cierto es que ya está harta y con bastantes razones de peso para ello, de la mala imagen que algunos políticos dan a la vida política. Estoy seguro que todos o al menos la mayoría de ellos mismos, cuando entraron en política también aborrecían este tipo de noticias, de corrupción, de chanchulleos, y sin embargo hete aquí que son ellos los que por unas razones o por otras, se ven envueltos en ellas, y ven manchado ya su nombre para siempre, por haberse puesto una simple vacuna.

Al principio de todo este asunto, los "terraplanistas" de las vacunas decían que en vez de probar primero con los mayores, que se las pusieran los políticos, porque parecía que se las querían poner a los mayores como cobayas para ver si funcionaban o no. Y algunos políticos que les han hecho caso, ya vemos lo que les ha pasado luego.

Pero es que el orden es el que es, y se podrá estar más de acuerdo o no, pero si es lo establecido, esto es lo que hay que cumplir.

Fuera de nuestro país hemos visto como se la ponían los dos Papas, el marido de Isabel II y hasta el nuevo presidente de EEUU, a fin de dar confianza a la ciudadanía y que no tuvieran miedo. Cierto es que los suyos no son nuestros países, por lo que no nos afectan sus criterios, y por otra parte también pueden decir que estas personas también están en unas edades en las que no se pueden andar con tonterías.

Y ahora yo me pregunto. Si ponerse la primera dosis fue un error y han pagado por ello, ¿deben de ponerse la segunda dosis también? ¿quién puede autorizar esto ahora en caso de que así fuera? Ponerles una segunda vacuna habiendo tanta necesidad, en teoría sería quitársela a alguien que fuera más población de riesgo, pero no ponérsela haría que además la primera dejara de tener sentido. ¿Ponerles la segunda vacuna es como premiar encima a los que se han saltado el protocolo? En la Comunidad Valenciana han dicho que no se les pondrá la segunda dosis, porque no les toca. Esto según el doctor Simón es un error porque al primer fallo, se une el segundo de no ponerla y por tanto desperdiciar la primera.

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